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El Presidente Peña acaba de pedir perdón por el asunto Casa Blanca y lo hace sabiendo que no le queda de otra para poder tener algo de respeto para instituir el sistema anticorrupción.


Peña Nieto sabe que no tiene calidad moral y por ello en un ejercicio que califican de humildad, pero que yo veo repleto de necesidad por recuperar credibilidad; pide perdón por el asunto que según sus propias palabras causó gran indignación y que en carne propia sintió la irritación de los mexicanos y porque ese error afectó a su familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno.

Luego se supo que la llamada Casa Blanca fue devuelta a la compañía que generó todo el afair.

Pregunto: Si el equipo de investigación de Carmen Aristegui no hubiera descubierto esto, ¿no la devuelven, no pide perdón, no reconoce su error?

¿No le deben algo más que una disculpa a Carmen Aristegui y su equipo de investigaciones especiales?

¿Cuántas más situaciones como estas existen entre la clase gobernante que no se ha investigado o que no se sabe o que acallaron los aludidos antes de salir al aire?

De ellas nadie pedirá perdón (ni tontos que fueran).

Todos creo, estamos de acuerdo en una ley anticorrupción pero que realmente sea efectiva y que redunde en verdadero bienestar para todos generando confianza auténtica entre la población y los gobernantes, iniciando desde lo más alto de la pirámide de gobierno.

Los ciudadanos no queremos dudar, ¿pero cómo le hacemos para no tener esta percepción de quienes nos gobiernan? Mi padre decía “la mula no era pateadora, la hicieron pateadora”, para ejemplificar cuando había una desconfianza generada por los que pretenden que confiemos en ellos.

Hoy me preguntaba el periodista Pepe Zurita si era suficiente ofrecer disculpas para que queden perdonados los pecados y la respuesta es: Primero: realizas examen de conciencia, luego reconocer el o los pecados, sentir dolor de haberlos cometido, confesarlos y pedir perdón, y por último siendo no lo menos importante, resarcir el daño hecho.

Ahora yo pregunto, ¿este acto de enmienda del Presidente, devuelve la confianza en él?

Con esto se nos olvida, la indignación y la manera hasta grosera con la que su señora esposa salió al aire a dar una explicación muy poco creíble.

¿Cómo deja el presidente a su esposa con este acto de contrición público? ¿La exhibe?

¿Y pidió perdón, listo y a darle la vuelta a la página y viva el combate a la corrupción sin una investigación seria y ajena a los tentáculos del poder sobre este asunto?

¿Eso es todo?

De Virgilio Andrade ni hablo. No merece el comentario.



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