Hoy no hablamos de nuevos impuestos, sino hablamos de nuevos proyectos: el paradigma del paquete económico

Durante años hemos visto el pseudodebate del denominado “paquete económico”. Es este proceso en el que el Poder Ejecutivo presenta ante el Congreso de la Unión, la propuesta de Ley de Ingresos y el Presupuesto del Gasto del año en cuestión. Este paquete económico propone, negocia, revisa y se aprueba durante el segundo semestre de cada año y será la guía financiera y base de la política fiscal para el próximo inmediato ejercicio de finanzas públicas.

¿Cuál ha sido el paradigma y el centro del debate en el tema del paquete económico? Históricamente todo se centra en la Ley de Ingresos. Recordaremos con claridad en este nuevo milenio propuestas (algunas mal logradas) como la de imponer IVA a alimentos y medicinas en tiempos del ex presidente Fox; también el paso transitorio de la creación del Impuesto Empresarial de Tasa Única (IETU) aplicado en épocas del ex presidente Calderón.

Durante años, el aparato público encargado del tema económico, centró sus fuerzas en la negociación de cómo “completar” su ingreso, es decir, la ocupación radicó fundamentalmente en el “de dónde obtendré más recursos” para ejercer. Diversas modificaciones legales pasaron, desde poner impuestos especiales a equipos de cómputo, a los palos de golf (por ser bienes de lujo), a los combustibles; también hubo ocurrencias como la de imponer una tasa a los alimentos para mascotas, se subió el IVA del 10% al 15% y luego al 16%. En ese tenor transcurrió la normalidad de la discusión sobre el paquete económico.

De esas épocas estimado lector ¿Alguien recuerda con detalle, con precisión o al menos de manera general, algún monto, partida, costo de inversión sobre algún rubro de gasto? La verdad es que un alto porcentaje de la discusión se centró históricamente en los ingresos, y el gobierno se reservaba por mucho el decidir en que y como gastaba los recursos. Incluso en una postura de que lo más importante es contar con el dinero y ya después decido de manera unilateral en que lo gasto y cómo lo hago.

Hoy, nos sentimos un tanto sorprendidos y hasta contrariados, pues de nuevos impuestos no se habla; la propuesta del presidente electo López Obrador está centrada en la eficiencia, la reorientación de gasto y “ahorros” provenientes de la austeridad y el abatimiento de la corrupción. No se habla de nuevos impuestos, ni modificaciones a las tasas.

Ahora el centro del debate está en el gasto, las consultas ciudadanas, y lo que el nuevo gobierno ha puesto en la agenda nacional es una serie de proyectos y acciones de política pública, para ser consideradas por la ciudadanía. Resulta interesante, porque nunca antes en el pasado reciente, habíamos tenido incluso antes del arranque formal del gobierno, tanta información de que se pretende, hacia donde van los recursos e incluso montos específicos de lo que cada proyecto cuesta.

Así pues, ha habido un cambio de paradigma donde el gobierno entrante, primero legitima la agenda, busca la aceptación del proyecto nacional para posteriormente ajustar sus alcances a los recursos de los que pueda disponer.