Los Pinos: una historia sin amor

Los Pinos: una historia sin amor
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El affaire Rivera-Castro-Nieto, deja muy mal parada la por sí maltrecha figura presidencial y a la iglesia Católica, en particular al cardenal Norberto Rivera y al tribunal eclesiástico del arzobispado de la Ciudad de México. Tres jesuitas intervienen en la trama para evitar que se consume la injusticia sobre un sacerdote honesto, José Luis Salinas Aranda, víctima de los caprichos del poder de la ex primera dama.

Se trata de la desmoralización del matrimonio hasta llevarlo a la insignificación. Para el presidente y la primera dama, su falsa boda no tuvo ningún significado como lo fue también la insignificancia de la dignidad presidencial. El desprecio desde la casa presidencial, al amor de pareja, el matrimonio y la familia fue vergonzoso. Una crisis de sentido de vida. El reality mexicano más caro para la vida política, económica y espiritual de la nación.


El reportaje especial de Jenaro Villamil, para La revista PROCESO Y ARISTEGUI NOTICIAS, revela cómo la Gaviota aprovechándose de sus influencias con algunos clérigos, obtiene la anulación de su matrimonio con José Alberto, el güero Castro. La ocasión fue aprovechada para que el cardenal Rivera quitara de su camino al padre Salinas, al que trató con inusual dureza y con una falta de caridad negándole toda posibilidad de defenderse. La boda de la Gaviota fue declarada NULA E INVÁLIDA POR DEFECTO DE FORMA CANÓNICA, dejando a Angélica Rivera “libre canónicamente” para volver a contraer matrimonio. El tribunal eclesiástico fungió como parapeto de los caprichos presidenciales, condenando severamente al humilde sacerdote que guardó silencio y tras intensa oración y discernimiento optó por elevar su voz a la Sacra rota Romana, máxima autoridad para el tema.

Las epístolas dadas a conocer son ante todo, dolorosas. Equiparables al enredo jurídico-eclesiástico de las cartas del cura Hidalgo buscando defenderse del decreto de excomunión de Abad y Queipo. Un drama espiritual con sabor a medioevo en plena posmodernidad.

“De Roma viene lo que a Roma va”, es un viejo adagio que explica cómo todas las decisiones que se toman en Roma no son sino la convalidación de la información recibida del origen. Llegaron a Roma las calumnias, sanciones, con cartas, manifiestos exhortos al buen sacerdote que en vida veía cómo se consumaba nuevamente las palabras de Jesús en la cruz, CONSUMATUM EST.

El padre murió sin que los difamadores enmendaran sus juicios a pesar de que la Sacra rota Romana revirtiera el caso en 2012, considerando que fue un CRASO SIMULACRO DE JUSTICIA, “construido confusamente”.

Tres jesuitas, Enrique González Torres, Alex Zatyrka y Quintín Balderrama fungieron como Nicodemos, animándole a limpiar su nombre, en favor también de la iglesia, pues la experiencia jesuita sabe que estos escándalos no pueden ocultarse y tarde o temprano ven la luz.

El padre Salinas sufrió mucho sin duda todo este proceso, sin renunciar a su vocación sacerdotal ni a su iglesia. Dio un testimonio de amor a la institución católica. Sufrió de cáncer en su cuerpo y del cáncer del más recalcitrante clericalismo mexicano. Ambas enfermedades lo llevaron a la tumba el 7 de octubre de 2015. Nunca se comprobó la acusación, aunque si hicieron valer las penas, castigos y reprimendas eclesiásticas.

Su última carta a Roma fue para expresar su dolor al Papa Francisco, por el “calvario por el que fui injustamente sometido”. Murió sin recibir respuesta a su náusea espiritual.

Parece que todo fue falso este sexenio en la casa presidencial, hasta su vida íntima, con un falso matrimonio.

La Gaviota cometió adulterio contra el güero Castro. El matrimonio fue canónicamente anulado posteriormente y se validó el matrimonio con el presidente Peña. Todo para que en menos de seis años, el presidente se paseara públicamente con una modelo y actriz (otra), cometiendo esta vez adulterio contra la Gaviota, su legítima esposa. ¿Qué habrá detrás de esta trama de revanchas y venganzas, digno de enfermos frueudianos?

Desde la fe católica, el escándalo que ha protagonizado el singular matrimonio, los coloca en excomunión. Ningún sacerdote podría darles la eucaristía válidamente en tanto persista el escándalo público y el adulterio. Salvo que otro obispo o cardenal ceda nuevamente a las presiones de una pareja escandalosa. Es un caso emblemático para el derecho canónico.

San Juan Bautista denunció a Herodes de adulterio. Había un profundo malestar en el pueblo israelita por los escándalos del poder. Esa debió ser la actitud recta del tribunal eclesiástico, defender el cofre de valores de la familia cristiana en lugar de prestarse a una jugarreta de poder, que en nada ayuda a la feligresía católica.

El conflicto de separación de la iglesia católica con la anglicana, obedeció a la negación del Papa de anular el matrimonio de Enrique VIII, en el siglo XVI. ¡Cuánto ha cambiado la iglesia!

El cardenal debe reconocer que se equivocó avalando un matrimonio arreglado, motivo de escándalo, tal como evidenció la Sacra Rota Romana.

Pero fue el mismo Cardenal Norberto Rivera quien intervino también en la anulación del matrimonio del presidente Vicente Fox, con Lilian de la Concha, a quien se acusó de padecer problemas psicológicos. Así fue como Martita Sahagún cumplió la boda de sus sueños en San Francisco del Rincón.

Mientras a unos se trata con rigidez y lentitud en sus procesos de anulación matrimonial, a otros se trata con prontitud y laxitud. La iglesia no puede darse el lujo de seguir perdiendo credibilidad con escándalos vinculados a las alcobas del poder.

El Papa Francisco en su visita a México fue tajante a los príncipes de la jerarquía católica: no los quiere vinculados al poder político de los faraones. Sabía perfectamente la talla moral de sus interlocutores.

El matrimonio tiene una gran dignidad y significación, funda el amor de la familia y se constituye en célula social. Volvamos al círculo virtuoso del amor y aprendamos de esta lección. No consintamos malas prácticas de la fe. Volvamos al gozo auténtico de las bodas de Caná, aquel que cree en la pareja y la familia. ¡El amor no pasará jamás! FELICIDADES a todas las parejas que creen en el amor y la fidelidad, en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y que se aman y respetan TODOS LOS DÍAS DE SU VIDA.



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