¿Te has sentido culpable? La culpa es una emoción aprendida que cargamos desde niños

¿Te has sentido culpable? La culpa es una emoción aprendida que cargamos desde niños
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Mientras que la culpa aparece ante el dolor por el daño causado, la vergüenza se experimenta cuando nos percibimos con la falta de una habilidad o capacidad que se presumía deberíamos tener. Debemos reflexionar en lo que nos hace sentir culpables y comprender qué es sentirte culpable. Para mí, sería más saludable analizar de qué te sientes responsable. Porque si comienzas con la connotación negativa que introduce el sentimiento de culpabilidad, probablemente aparecerán también otras emociones poco saludables en principio, como la rabia. Es mejor determinar lo que depende de ti y lo que es responsabilidad de los demás.


LA CULPA PUEDE CONSIDERARSE NORMAL O PATOLÓGICA

No siempre resulta clara cuál es la diferencia entre una culpa que podríamos llamar “normal” y una culpa patológica. Una primera pista para distinguir la una de la otra está en la evaluación de su frecuencia e intensidad. Si se experimenta habitualmente y es un sentimiento muy fuerte e invasivo, podemos hablar de culpa patológica. Hay trastornos psicológicos en los que la culpa está muy presente. Uno de los más usuales es la depresión. Bajo ese estado, es muy usual que la persona tienda a autorrecriminarse constantemente. De hecho, comienza a sentirse culpable de estar deprimida y no poder sentir como lo hacen otros.

La culpa patológica también está presente en los trastornos obsesivo-compulsivos, en las fobias y en las adicciones. En tales casos, la culpa opera como parte del problema. No es una culpa sana que lleve a reparar o redireccionar el comportamiento. Más bien funciona como factor de constante castigo emocional, que generalmente agrava el problema central. Ese es precisamente uno de los efectos de lo traumático. En este caso, hay una culpa patológica. Asimismo, hay casos en los que una persona llega a sentirse culpable simplemente por imaginar un daño, aunque en la práctica jamás lo haya llevado a cabo. No debería haber arrepentimiento, pues no se causó ningún mal. Sin embargo, si la moral, o el súper yo de la persona es extremadamente restrictivo, percibirá todo como si en realidad hubiese hecho algo malo.

La culpa patológica puede llegar a ser muy incisiva. Poco a poco hace mella y se filtra en las diferentes acciones de la vida. Deteriora mucho la autoestima, aunque también es producto de la baja valoración de uno mismo. Por ejemplo, alguien con escaso amor propio siente que debe agradar todo el tiempo a los demás y si no lo logra, se siente culpable. Lo que se requiere en estos casos es un proceso que permita abrir la mente para lograr ver todo desde otra perspectiva. En muchas ocasiones es necesario llevar a cabo ese proceso con la ayuda de un psicoterapeuta. Vale la pena hacer esfuerzos por liberarse de la culpa patológica.

Se trata de una fuerza que a veces se vuelve arrolladora y puede arruinar toda tu vida. Para empezar, ¿quién decide lo que está bien y lo que está mal? ¿En qué nos basamos para emitir esos juicios? Y lo más importante, ¿qué es lo que estamos juzgando? Ésa es la clave: nos juzgamos a nosotros mismos, atacamos a nuestra autoestima, a nuestra identidad, en lugar de juzgar nuestra conducta. Por ejemplo, yo me puedo comportar de una manera cruel en una acalorada discusión de pareja, diciendo cosas que hacen daño. Mi conducta no es correcta y me siento mal, pero eso no significa que yo soy cruel. En el tema de la culpa, la conciencia moral, los valores juegan un papel muy importante. La moral se forma por todos aquellos principios éticos que nos han enseñado desde pequeñitos y que en la escuela y en la sociedad en general hemos ido contrastando. No está bien salirse de la norma: si eres madre no deberías hacer ciertas cosas, si dejas a tu padre en una residencia no eres buen hijo, si no cumples con lo que le habías prometido a tu esposa es que no la quieres. Primero evalúa tus propios principios, tus propios valores. Debes rendirte cuentas es a ti mismo; revisa tus creencias y líbrate de todo aquello que no tengan que ver contigo pues estás permitiendo que te hagan daño.

CUANDO SE BUSCAN CULPABLES

Otra cosa que nos encanta hacer es buscar culpables: ¿quién tiene la culpa? Parece que de todo lo que pase tiene que haber alguien que cargue con la culpa; si no, no estamos contentos.

“Puede que la culpa la tenga yo, o peor aún, puede que la culpa de todo la tenga yo”. Hay determinadas personas con esa costumbre: culparse por todo lo que pasa en el mundo.

Si a mi hijo no le van bien las cosas es porque no soy un buen padre, si la empresa no va bien es porque no estoy rindiendo al 100%, si no veo a mis amigos es porque soy un egoísta, si mi mujer está mal es porque no le doy todo lo que se merece… y así un largo etcétera.
Es difícil ser feliz cuando, además de tus propios errores, quieres asumir los que no te corresponden. Aunque también existe el perfil contrario, el que hace honor a la frase de Charles Chaplin: "Errar es de humanos, pero echarle la culpa a los demás es más humano todavía".

Podríamos decir que ésta es una forma de eludir responsabilidades. Yo me siento mal por algo que he hecho y la mejor forma que encuentro de liberarme de ese malestar es echarle la culpa a otro.
En ocasiones este proceso se produce de forma inconsciente: el problema viene cuando se convierte en un hábito, de manera que nada más sentir cerca el olor de la culpa ya estamos buscando culpables. He llegado tarde porque mi madre me ha llamado por teléfono, mi hijo ha repetido porque los profesores no han sabido ayudarle, le pegue porque me provocó, etc.

O puede que no sean los otros quienes tengan la culpa, sino las circunstancias. No encuentro trabajo porque estamos en crisis, he sido infiel a mi mujer porque estábamos pasando un mal momento, no he ido a verte porque tengo mucho trabajo. A menudo buscamos culpables y justificaciones para huir de aquello que nos genera un sentimiento de culpa o de impotencia. Es el momento de desterrar la palabra culpa y sustituirla por una mucho menos dañina y además más útil: responsabilidad.

Cuando has hecho o dicho algo de lo que no te sientes orgulloso, que no va acorde a los principios por los que riges tu vida o que estaba promovido por unas emociones o pensamientos incontrolados no te sientas culpable: eso no sirve de nada. Ya te has dado cuenta de que no obraste bien: perfecto. Dale las gracias a esa emoción que te ha permitido tomar conciencia y ahora asume tu responsabilidad y actúa en consecuencia. Si llegado a este punto te estás preguntando cómo puedes dejar de sentirte culpable, la terapia psicológica te dará las claves para lidiar con la culpa y para romper con quienes te hacen sentir así. Si es necesario ofrecer disculpas hay que hacerlo puesto que reduce el sentimiento de culpa. Desgraciadamente en caso de encontrar culpables se procede al castigo y ello fomenta la negatividad, la persona siente el reproche y puede actuar con rebeldía o más agresividad, pero difícilmente el castigo corrige conductas o hace conciencia. Por eso es importante destacar la importancia de ser responsables, enfrentar las consecuencias de nuestros actos y de esta manera, no tendremos que sentirnos culpables.

Psic. Sara Leticia Campos Chavolla. Consultorio Torre Médica Segundo piso. Av. Méndez 1110 Col. Centro Villahermosa, Tab. Tel 3141178 y Cel. 9931920934



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