"No olvidemos a los que sufren, que nuestra caridad sea concreta": Papa sobre Turquía, Siria, Ucrania y Nueva Zelanda

Francisco dedicó el rezo del Ángelus a Turquía, Siria, Ucrania y Nueva Zelanda

El Papa Francisco dedicó el rezo mariano del Ángelus por las víctimas de los terremotos en Turquía y Siria, así como de los bombardeos en Ucrania y por los afectados del ciclón “Gabriel” en Nueva Zelanda.

El sumo pontífice se dirigió a los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro expresando su pensamiento a las poblaciones que en diferentes partes del mundo están sufriendo a causa de la guerra, la pobreza y los desastres naturales.

“Pienso especialmente en Siria y en Turquía, en las numerosas víctimas del terremoto, pero pienso también en los dramas cotidianos del querido pueblo ucraniano y de tantos pueblos que sufren a causa de la guerra o de la pobreza, de la falta de libertad o de la devastación ambiental. Estoy cerca, en este sentido, del pueblo de Nueva Zelanda, golpeado en estos días por un ciclón devastador. Hermanos y hermanas, no olvidemos a los que sufren y que nuestra caridad esté atenta, ¡que sea una caridad concreta!”, manifestó.

En tanto, en Ucrania se ha registrado una escalada en las tensiones internacionales al continuar los ataques con misiles contra ciudades. Uno de los últimos es el ataque a la ciudad de Druzhkivka, en Donetsk, que destruyó al menos dos rascacielos, aunque de momento no se ha informado de víctimas.

Finalmente, en Nueva Zelanda, el devastador ciclón Gabriel causó 11 muertos, más de 5 mil heridos y un gran número de desaparecidos. 

Además de las pérdidas humanas, la tormenta destruyó huertos, viñedos y cultivos agrícolas en algunas de las regiones más productivas; las carreteras resultaron dañadas y miles de residentes se quedaron sin electricidad ni agua.

Por lo que el gobierno teme que los daños, aún por cuantificar con exactitud, asciendan a miles de millones, por lo que el ministro de Finanzas, Grant Robertson, dijo que esperaba cifras comparables a las del terremoto de Christchurch de 2011, que costó unos 13 mil millones de dólares neozelandeses, casi 7.600 millones de euros.