Aunque pareciera que nuestra barca va a la deriva , estamos llegando a diciembre del 2020

Foto: Jill Wellington en Pixabay

 

El mes de diciembre nos anuncia la llegada del fin de año. Vienen celebraciones especiales y con mucho significado tanto afectivo como religioso. Fechas donde incrementa el estrés por diversas causas, entre ellas: la falta de dinero, las compras, los viajes, planear vacaciones, festejos y el cierre del año como un ciclo que se cumple. 

Pero no cabe duda, que ya es por muchos una época esperada para disfrutar los acontecimientos que conllevan detalles y obsequios, tanto en el trabajo como en el ámbito familiar. Los adornos navideños, los arbolitos, los nacimientos, las piñatas y los villancicos se hacen presentes por donde quiera. El ambiente se cubre de luces y colores, los dulces para los niños cobran formas de bastones de caramelo y colaciones. Las campanitas anuncian que vienen las posadas, la navidad con la llegada del Niño Jesús y la cena de fin de año

¿Quién podría imaginar lo que podría suceder en un año que esperábamos con alegría y buenos deseos? Para algunos, estos meses han sido buenos, pero para otros ha representado una pesadilla donde la realidad impacta con miedo, tristeza y dolor. El 2020 es un año que no olvidaremos nunca pues con él nos llegó una enfermedad amenazante llamada Covid19, que se caracteriza por su forma tan grave de atacar sobre todo a los llamados “sectores vulnerables”. Sin embargo, su daño ha sido mayúsculo pues ha impactado a todos los grupos sociales sin distinguir ningún tipo de condición. Desató una ola de crisis: de salud, laboral, familiar, escolar, social y económica. 

El daño ocasionado por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, es invaluable, su destrucción hace estragos y nos llena de pérdidas de todo tipo. Lo más grave ha sido la mortandad humana. Nos preocupa el cierre de negocios, la pérdida de empleos y las deudas contraídas como consecuencia, pero también hemos perdido la confianza para convivir en estos tiempos de algarabía con los demás. Debemos ser cautos, cuidadosos pues seguimos en la mira del destructor que sigue atacando. Celebremos en un núcleo muy íntimo y con las medidas de seguridad ya tan conocidas. No debemos bajar la guardia ni caer en la falsa confianza, debemos cuidarnos, cuidar al prójimo, a la familia. 

Como si lo anterior no fuera suficiente, sufrimos de varias inundaciones en casi todos los municipios del Estado. Ahora padecemos por pérdidas y duelos por otro mal acaecido en este 2020, una nueva crisis, la metereológica. Sin duda no toda la población está en riesgo de muerte, pero algunos se convierten en trasmisores y son mensajeros de la desgracia. La gente ya desgastada por el estrés y la angustia, llega al colapso. Más pobreza, más carencias y hacen su aparición la frustración, la ira, el miedo, la incertidumbre, la tristeza y la depresión en algunos casos. 

¿Qué vamos a celebrar? Se preguntan unos, y sin ánimo real se responden a sí mismos, la vida, aún estamos vivos y lo material viene y va. En la sinceridad de nuestro sentir, sabemos que eso de “lo material viene”, tardará en hacerse realidad. La vida la conservamos, algunos con salud, otros sin ella, pero como hemos de suponer, ante tanta tragedia y angustia, la salud mental se desequilibra. 

¿Cenaremos en una mesa con sillas vacías? ¿Sentiremos la ausencia de seres queridos o amigos que no podrán estar en nuestro hogar? Sin duda, las carencias de todo tipo se harán presentes, pero el ánimo no debe decaer. Ahora más que nunca cabe: “no sufras por el ayer, disfruta los que tienes hoy “. 

Pero hay quienes acumulan algunos de los anteriores acontecimientos y potencializan su tristeza, debido a que disminuye la luz solar por temporada invernal. Algunas personas se sentirán invadidas por sentimientos de soledad, de culpa y melancolía. Otros padecerán de depresión en este mes por ser época reflexiva de cierre de año. Normalmente lo que aqueja a la mayoría son diversas cuestiones: temas no resueltos, metas no cumplidas, la pérdida de personas significativas, un rompimiento o un cambio de ciudad, un cambio de escuela o no tener un buen rendimiento académico pueden ser detonantes que activen un trastorno del humor. 

Un principal punto para ir trabajando estas emociones negativas, es hablar de cuando estamos mal, hay fluctuaciones en el estado de ánimo, pero es importante externar lo que nos lastima. Lo valioso es el aprendizaje que obtendremos de todo lo vivido, así podremos identificar nuestras fortalezas para generar esa fuerza que nos motive a vencer la adversidad a pesar de los pesares. 

Estas fechas son para disfrutarlas de manera tradicional, pero todas las épocas del año deben ser disfrutables. Estar bien nos ayuda a que busquemos que todo vaya bien a nuestro alrededor. A veces tendemos a dejar nuestro bienestar para el último cuando es de lo más importante puesto que si yo estoy bien, podré trasmitir a los demás mi paz y mi deseo de disfrutar los dones tan grandes que tengamos en los momentos de dificultad como los que vivimos hoy. 

Viene a mi mente el sentir popular que percibo en los comentarios de la gente positiva que busca infundir esperanza y que nos hace ver que este ha sido un gran año, porque aun siendo el año de la muerte, aún estamos vivos. Es el año de la enfermedad y aún estamos sanos; aún en la escasez, tenemos pan en la mesa; podemos seguir de pie en este año de caídas. Ante el temor, buscamos tener confianza; es un año de desastres, pero por ahora, tenemos cierta seguridad. Aun cuando pareciera que nuestra barca va a la deriva, no se ha hundido, sigue su camino porque somos perseverantes y por la gracia de nuestro Dios. 

Seguramente la Virgen de la Concepción, la Guadalupana y en Niño Jesús, al igual que Los Reyes Magos, entenderán el por qué este mes no se les harán festejos multitudinarios, ni visitas a sus recintos en grandes grupos. Les parecerá extraño ver nuestros rostros parcialmente cubiertos con un cubrebocas, pero no dudarán en darnos su protección benevolente y a pesar de los sinsabores recibiremos algún pequeño obsequio acorde a las circunstancias. Ahora le daremos más valor a lo que realmente vale, la vida. Diremos adiós al 2020 que nos dejará una huella imborrable, cicatrices en el alma, pero alegría en nuestro corazón por el hecho de ser y de estar. Nos declararemos listos para recibir un 2021, que sin duda llegará acompañado de promesas, esperanza, logros y una vida mejor. 

Psic. Sara Campos Ch. Consultorio Torre Médica Av. Méndez 1110 Segundo Piso. Centro Villahermosa, Tab. Tel 9933141178 Cel 9931498830