Gobierno efectivo, no reelección

 

 

 

Debido a antecedentes creados por sus opositores, se ha logrado colocar en la política nacional el fantasma de la posible reelección del presidente López Obrador. En términos reales, no hay evidencia alguna que en algún momento haya insinuado la posibilidad de una reelección, tampoco hay antecedentes en su jefatura de gobierno al frente de la Ciudad de México. Las referencias falaces de la reelección, vienen de realidades distantes como Cuba, Venezuela y hasta de Rusia.

 

 

Nuestro país, en realidad debe estar más ocupado, por fortalecer de verdad sus instituciones y limpiarlas del cáncer de la corrupción. Lo que es de temeridad, es la ruptura de la relación gobierno-sociedad y las instituciones que se miran endebles ante la incipiente democracia. No es menor, que el presidente se haya decidido a firmar un documento de “no reelección”, pues aligera las presiones para aquellos trasnochados que siguen promoviendo discursos fatalistas en vez de observar las ventajas de una transición democrática y la propuesta de un nuevo modelo de gobierno.

 

 

 

 

El argumento de que seis años son suficientes para encaminar al país, es una referencia de tiempo fundamental; y es así, justamente que en los países de primer mundo el tiempo para que las cosas sucedan tiene una connotación muy distinta que en las economías emergentes. Dicho de otra manera mientras en México muchas veces lo hemos denominado el país en el que “no pasa nada”, en las economías de primer mundo hay avances sustanciales.

 

 

No debe parecer poca cosa, que mientras en México, siempre los tiempos resultan insuficientes, el Presidente con una visión distinta, remarque que habrá tiempo de lograr avances sustancialmente en el rumbo de nuestro país. Mantener los compromisos, refrendarlos y hacer los cambios necesarios para sentar las bases para el nuevo modelo de país propuesto es de tomarse en cuenta.

 

 

En México, hasta los alcaldes suelen definir como insuficientes, los periodos trianuales para ejercer su mandato, mientras en los Estados Unidos, no he escuchado quejarse sistemáticamente a un político de la duración de cuatro años del mandato presidencial. La reflexión es inminente, con instituciones sólidas, transparencia, planes de gobierno con visión de largo plazo, la duración del periodo de un mandatario pasa a segundo término, más sin embargo, en la ausencia de visión, la debilidad institucional, la corrupción y la ineficacia, ningún tiempo será suficiente.