La Reforma Energética y los precios de las gasolinas, una mirada desde el consumidor

 

México ha sido un productor petrolero por décadas y generalmente sus consumidores hemos pagado altos precios por los combustibles. México es un país donde si sube el precio del petróleo, sube el precio de la gasolina; pero si baja el precio del petróleo, sube el precio de la gasolina. Así es, en los últimos años el precio del petróleo ha tenido cambios abruptos, alcanzando un precio de más de 130 dólares en barril a mediados de 2008 y caer hasta el nivel de los 40 dólares a principios de 2009. En épocas más recientes el precio del crudo se mantuvo alrededor de los 100 dólares por barril (con sus respectivas fluctuaciones) desde el año 2011 hasta mediados de 2014; entonces justo cuando en México se aprobaba e implementaba la Reforma Energética, vino nuevamente una crisis internacional en los precios del petróleo que los desplomó por debajo de los 30 dólares.

 

 

A pesar de toda la controversia, la discusión, resistencia e inconformidad de muchos sobre la Reforma Energética, había oportunidades para capturar beneficios en favor de los ciudadanos.

 

 

Los precios de los combustibles, de las gasolinas en particular eran una gran opción para hacer saber con hechos a los consumidores que en el contexto de la Reforma Energética y mediante la liberalización de los precios y la apertura del mercado los precios sí podrían bajar. Sin embargo, eso no pasó. Una vez más México siendo un país productor de petróleo, produciendo una parte de sus gasolinas e importando gasolina “barata”, volvía a subir el precio final para los consumidores. Si cuando el precio del petróleo estuvo alrededor de los 30 dólares, la gasolina no bajó de precio, ahora que el precio de alrededor de los 70 dólares, lo lógico es que siga subiendo, así está diseñado y calculado en el modelo actual.

 

 

 

 

Si seguimos por este camino, vamos a ver en nuestra industria de producción y distribución de combustibles, algo muy similar a lo que paso con el sistema financiero, no solo una total privatización, sino extranjerización. Así hoy en el sistema financiero, los consumidores ven un grupo de bancos la gran mayoría extranjeros, donde tenemos pocas opciones y al ser un oligopolio seguimos pagando las mayores tasas de interés y comisiones que en sus países de origen no cobran.

 

 

En ese sentido, los consumidores nos preparamos para seguir asumiendo los efectos de la Reforma Energética, en gasolineras, “más bonitas”, multicolores, diferenciadas, pero donde seguiremos pagando de las gasolinas más caras a nivel global. Ese no es el espíritu del libre mercado, ni de la verdadera competencia.

 

 

Faustino Torres
Profesor Investigador, analista de temas económicos y especialista en desarrollo regional