Se aprueba el T-MEC: los Estados Unidos, saben que no pueder tomar distancia comercial del resto del mundo.

 

Desde el inicio de la administración Trump, las presiones hacia América Latina y particularmente frente a México han sido evidentes. El presidente de los Estados Unidos, diseñó y ejecutó un discurso que a la clase trabajadora norteamericana le hace mucho sentido; este discurso tiene que ver directamente con el hecho de que la globalización y las relaciones comerciales de Estados Unidos con el resto del mundo, han demeritado las inversiones y la generación de empleo doméstico. La “pancarta” más popular que atendía la estrategia del hoy presidente (y una vez más en campaña) de los Estados Unidos reza “mexicano, no me quites mi trabajo”.

 

 

Sin embargo, como hemos comentado en otro momento, Trump ante la opinión internacional se convirtió en un amenazador temible y perdonador empático, a la vez; siempre pretende poner a sus adversarios contra la pared para luego ceder y ganar un algo más en sus negociaciones. En el ámbito global, sus presiones en el terreno de América del Norte (Canadá y México), generaron distención y nerviosismo, por la gran integración de diversas cadenas productivas. De ahí su unilateral propuesta de pasar de un TLCAN a un T-MEC.

 

 

Es imperioso reconocer, que el nuevo tratado “es menos” que el logrado en el 1994, la Casa Blanca, ha dispuesto una política comercial sin precedentes en los Estados Unidos desde la posguerra. Por primera vez el promotor número uno del liberalismo económico, hoy toma decisiones sumamente conservadoras y anti globales.

 

 

 

 

El tema para México, es que el afán de lograr el acuerdo, aceptaron una nueva implicación sobre el acero lo que generará distorsiones en el mercado, y aunque hay un periodo de 7 años para cumplir con esta última regla, están por verse los ajustes que los industriales de Norteamérica deberán hacer en los próximos años. Hasta ahora el mensaje parece tener claros destinatarios en los armadores automotrices asiáticos como Mazda, Nissan y KIA; pero será en los próximos meses con el acuerdo en vigor que los mercados empiecen a ver los verdaderos ajustes.

 

 

Hasta ahora, las presiones norteamericanos en términos comerciales, solo han perjudicado a sus propios consumidores y aunque el T-MEC es prácticamente ya una realidad, aún faltan otros actores globales, que habrán de acomodarse a las nuevas reglas del juego.