La irreverencia de un virus que no respeta a los mayores

La irreverencia de un virus que no respeta a los mayores
Foto: RitaE en Pixabay

Es un hecho que la población mundial está envejeciendo a pasos acelerados. Entre el 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22% según se había calculado. En números absolutos, este grupo de edad pasará de 605 millones a 2000 millones en el transcurso de medio siglo. El cambio demográfico será más rápido e intenso en los países de ingresos bajos y medianos. Habrá en el mundo más personas octogenarias y nonagenarias como nunca antes. Se había calculado que entre 2000 y 2050 la cantidad de personas de 80 años o más aumentaría casi cuatro veces hasta alcanzar los 395 millones. Es un acontecimiento sin precedentes en la historia que la mayoría de las personas de edad madura e incluso mayores tengan unos padres vivos, como ya ocurre en nuestros días. Ello significa que una cantidad mayor de niños podrán conocer a sus abuelos e incluso sus bisabuelos, en especial sus bisabuelas. En efecto, las mujeres viven por término medio entre 6 y 8 años más que los hombres. Estos datos fueron citados con anterioridad, ahora se tendrán que hacer nuevos cálculos. Cambiaron las cifras. 

En plena expansión del envejecimiento global, surge una nueva pandemia, la del coronavirus, un virus que se contagia muy fácilmente afectando a una gran parte de la población que presenta una mayor morbimortalidad. Afecta tanto a las personas mayores como a los enfermos crónicos. La cantidad de personas mayores en riesgo es importante, pues están en situación de fragilidad o dependencia por dificultades en el acceso a los cuidados necesarios. Los sistemas inmunitarios más viejos son más débiles. Cuando un virus invade el cuerpo, la diferencia entre la enfermedad y la salud se convierte en una carrera entre la velocidad a la que dicho patógeno es capaz de expandirse en su interior y la rapidez con la que la respuesta inmunitaria es capaz de reaccionar sin causar demasiados daños colaterales. A medida que envejecemos, las respuestas del sistema inmunitario innato y el adaptativo cambian, modificando este equilibrio. Los monocitos de los individuos mayores producen menos interferón en respuesta a la infección viral. Les resulta más difícil matar las células infectadas y transmitir señales a la respuesta inmunitaria adaptativa para que se ponga en marcha. La inflamación crónica de bajo grado que por lo común se produce durante el envejecimiento también merma la capacidad de las respuestas para reaccionar contra los patógenos.  Los virus pueden aprovechar la tardanza del sistema inmunitario en responder provocando una enfermedad grave y la muerte

Dada la dificultad que las personas mayores tienen para controlar la infección viral, la mejor opción es, de entrada, que eviten ser infectadas. Y ahí es donde la idea del distanciamiento social adquiere importancia, en especial en lo referente a la Covid-19 

El distanciamiento social tiene consecuencias significativas respecto de la soledad y los comportamientos que afectan a la salud en los adultos mayores. Reciben la indicación de estar confinados a su hogar por la pandemia y otros permanecen en su hogar por razones distintas. Más de la mitad de ellos han manifestado estrés. La sensación de soledad aumenta durante este período de distanciamiento social. Ya muchos de ellos realizan más actividades solitarias y menos actividades presenciales, utilizan el correo electrónico y los mensajes de texto más de lo habitual y pasan más tiempo con sus computadoras o tabletas. Los cambios en la actividad física, el consumo de alcohol, de drogas recreativas y los cambios en los patrones de sueño también están presentes y difieren según la edad

El adulto mayor vive una nueva realidad por el paso de los años. Con el tiempo se presentan las deficiencias físicas, esto es, cambios importantes del esquema corporal. Tendrá que adaptarse a estar en su hogar pues dejará de laborar, viene la jubilación. Muchas veces hay disminución de la movilidad, lo que incrementa el aislamiento social. Algunos tendrán dificultades para la realización de las actividades cotidianas. Si no tienen buenas posibilidades y ahorros, vendrán las dificultades económicas. Sufrirán con la edad, de enfermedades médicas, agudas y crónicas.  La depresión es un trastorno de primer orden en cuanto a frecuencia y trascendencia dentro de las enfermedades que aquejan preferentemente a los ancianos. Gran parte de la población ahora está sufriendo la depresión. La existencia de tratamientos eficaces que pueden mejorar la calidad de vida de quienes padecen este trastorno, obliga a prestar especial atención a este problema. Deberemos mantener un permanente estado de alarma que permita su detección, para posteriormente abordarla con los tratamientos de los que disponemos. Para tratar la depresión se utilizan dos herramientas fundamentales: la psicoterapia y los fármacos antidepresivos. 

Los adultos mayores han sufrido muchos duelos a lo largo de su vida. Ahora, por la crisis sanitaria y esta nueva enfermedad viral, muchos ven morir a sus esposos o esposas, a hermanos, hijos y amigos. La tristeza es una emoción universal y por tanto normal.  Pasan por la culpabilidad, la ansiedad, síntomas depresivos, irritabilidad, síntomas corporales como falta de aire, falta de apetito... Y mucho miedo a su propia muerte.  

El duelo fisiológico no requiere ninguna intervención de la medicina mientras el duelo sea elaborado satisfactoriamente y evolucione hacia la resolución. Sin embargo, en otras ocasiones aparecen duelos patológicos que se caracterizan por reacciones de duelo tardías después de negación prolongada, hiperactividad sin sentimientos de pérdida, síntomas delirantes o de hipocondría con reproducción de los síntomas de la patología del difunto, ideas delirantes paranoicas, depresión severa con cuadros de agitación, abandono de las relaciones sociales y conductas autodestructivas. Por supuesto en estos casos se requiere intervención de las ciencias de la salud mental. 

¡Festeja a los mayores! Déjalos hablar, déjalos gritar, déjalos rezar como ellos quieran porque ellos descubren la sombra de Dios en el camino que les falta recorrer y déjalos envejecer con el mismo amor con que dejas crecer a tus hijos, recuerda que tienen un pasado lleno de verdad, de belleza y de bien. 

Psic. Sara Leticia Campos Chavolla Torre Médica Av. Méndez 1110 Segundo piso. Tel 9933141178 Cel 9931498830



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