La vida y la ansiedad según el filósofo Kierkegaard

La vida y la ansiedad según el filósofo Kierkegaard
Foto: Foundry Co en Pixabay

¿De qué se trata la vida? Es una pregunta a la que, sin duda, pueden haber mil respuestas. Kierkegaard (1813-1855), un reconocido filósofo danés dio una respuesta que me parece de lo más acertado: es entenderme a mí mismo, saber qué quiere Dios de mí, encontrar las razones por las que quiera vivir y aquellas por las que esté dispuesto a morir. Una respuesta muy completa que pone el dedo en la llaga de los aspectos más trascendentes de la vida y sobre todo de la búsqueda de sentido, las razones por las que estés dispuesto a morir.  ¿Hay algo hoy por lo que daríamos la vida? Vale la pena enfatizar que la búsqueda de la felicidad a la que legítimamente aspiramos, es también un ingrediente fundamental, se trata de aprender a ser feliz en esta vida y poner las bases para ser feliz en la otra la vida que no termina, que es eterna. 

Detengámonos un instante a meditar lo que quiere decir para siempre, para Aristóteles la eternidad es un tiempo que perdura para siempre, pero en sentido filosófico la eternidad es el tiempo que no puede ser medido porque trasciende la temporalidad.  No está por demás recordar que en el diseño de nuestro proyecto de vida nos estamos jugando no solo la felicidad en el aquí en el ahora, sino también en la eternidad ya que el marcador final es el único que cuenta y cuando se termine el partido de la vida termina también el tiempo de merecer. El estado en que nos encontremos al final de la vida prevalecerá por toda la eternidad ¿o alguna vez has visto que el marcador final de un partido cambia con el tiempo? 

Adentrándonos otra vez a la definición de Kierkegaard, encontrar las razones por las que quieras vivir y estés dispuesto a morir están íntimamente ligadas con nuestra capacidad de amar. Sin amor no habrá razones para vivir ni mucho menos para estar dispuestos a morir, por lo que me parece fundamental incluir como un objetivo central de nuestro proyecto de vida, el aprender a amar a pesar de que pensemos que ya sabemos mucho del amor. Para aterrizar este concepto tan profundo, pero tan trillado, me quedo con la definición de Aristóteles: "Amar es querer el bien del otro y además sin esperar nada cambio" Es difícil aplicar este concepto en la vida diaria ya que seguramente hemos desarrollado una buena dosis de egoísmo, que, si bien ha sido muy útil en los negocios y en la persecución del éxito, esta actitud ha enmohecido nuestra capacidad de escucha, nuestra empatía y nuestra caridad. Elementos que son esenciales para desarrollar nuestra capacidad de amar.  

Por más que pensemos que el amor es algo cursi, yo te diría que, si no hacemos lo que hacemos con amor, más aún por amor, todo queda inconcluso, inacabado. El amor es la levadura de la vida, es de otra dimensión, de otro peso, le da volumen, forma y valor.  De ahí que no sorprende la cantidad de tratados y frases a las que refiere este tema.

Incluyo por supuesto el pensamiento de San Agustín de Hipona: "Ama y haz lo que quieras". Sin amor nos quedaremos cortos en cualquier proyecto que emprendamos. ¿Pero amar a quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? La versión corta de mi opinión sería a Dios sobre todo y a los demás como a ti mismo. El ingrediente fundamental de nuestro nivel de felicidad es la calidad de nuestras relaciones interpersonales y el amor es el lubricante de estas relaciones que son las que elevan al hombre a otras dimensiones. Me refiero al amor no solo a nuestra familia que al menos en teoría sería más natural y cercano, también a nuestros amigos. Aristóteles decía que no se puede ser feliz sin amigos. ¿Cuántos amigos verdaderos tienes? Sobre todo, ¿Qué tan buen amigo eres de tus amigos

El Dr. Aquilino Polaino escribe en su libro, ‘Fundamentos de psicología de la personalidad’, una frase muy dura, dice: "Una persona vale lo que valen sus amores y son estos amores la única moneda de cambio que tendremos al momento de rendir cuentas al final de la vida". También la madre Teresa lo refiere, lo explica en pocas palabras: "No es cuántas cosas hacemos o qué tan grandes son las cosas que hacemos, sino el amor que ponemos en ellas, esa es la medida de su valor”.

Decía Ortega y Gasset: "En lo que conceptualmente y opinemos sobre el amor, se revela el perfil de nuestros amores", y seguramente tú conoces muchos otros autores y pensadores que hablan de la importancia que tiene el amor y sobre todo el aprender a amar en nuestro proyecto de vida.  Por estas y muchas otras razones resumimos de qué se trata la vida con una respuesta contundente, la vida se trata de aprender amar. 

Así como Kierkegaard nos muestra su pensamiento sobre la vida y el amor, nos hace ver su concepto de la angustia. Considera la existencia humana como una paradoja, debido a que el hombre está suspendido entre su propia finitud y la rebeldía o miedo a aceptarla que se le revela de alguna manera. De la imposibilidad de resolver esta paradoja deriva la angustia.

Kierkegaard habla de la angustia no desde un pasarlo mal, sino que analiza lo que significa la existencia, el “estar aquí”. No estamos determinados desde lo racional, ni desde lo biológico, sino que somos arrojados a este mundo con elementos y circunstancias que no podemos controlar, que son imponderables. Esto es lo que nos supone un peso en nuestra vida, que inevitablemente nos lleva a la angustia.  En esta vida necesitamos tomar decisiones, y estas decisiones nos van a llevar a realizar ciertas actividades en detrimento de otras, pues no podemos abarcar todo al mismo tiempo. Tomar ciertas decisiones nos obliga a renunciar a otras actividades. Aquí nos encontramos con la angustia del devenir, con la angustia del qué será de nosotros y de nuestro futuro, en un mundo en el que nos encontramos vacíos y solos. Estas decisiones que debemos tomar son, por lo tanto, importantes, lo que hace que nos dé miedo equivocarnos. De allí la famosa frase de nuestro autor: “La angustia es el vértigo de la libertad”. 

Esta libertad, dice Kierkegaard, hay que aceptarla. Y también que la misma conlleva un peso, en el sentido de la responsabilidad por esa misma libertad. Para disfrutar de esta libertad hay que animarse a dar un salto, pero bien sabe Kierkegaard que el vértigo que implica ese salto no es nada fácil. Debemos tomar decisiones y tener fe en el camino que hemos elegido y afrontar esta angustia de la libertad, aceptarla, llevándola con nosotros.  Él está buscando que vivamos una vida auténtica, aunque seguramente incluirá angustia. Pero bien vale la pena llevar esa carga, antes de llevar una vida inauténtica alejada de nuestro verdadero ser. 

En su libro quizá más conocido "El concepto de la angustia", publicado por primera vez en 1844, se articulan algunos de los conceptos en los que se apoya el existencialismo cristiano. La angustia se relaciona con el pecado y con la libertad. Engendrada por la nada, alimentada por la impaciencia, surgida como "realidad de la libertad en cuanto posibilidad", la angustia es "el vértigo de la libertad" y al mismo tiempo un medio de salvación que conduce a la fe, a la verdad que años antes de escribir este libro el autor, en su diario íntimo, confesaba buscar como sentido definitivo de su existencia: "Es preciso encontrar una verdad, y la verdad es para mí hallar la idea por la que esté dispuesto a vivir y morir". Otros libros del mismo autor, en esta colección: "Temor y Temblor", "Diario de un seductor", "In vino veritas" y "La repetición". 

El pensamiento de Kierkegaard es pues, uno de los principales precedentes del existencialismo influyendo notablemente en otros filósofos como Heidegger, Jaspers, Sartre y Unamuno. 

Psic. Sara Leticia Campos Chavolla  Torre Médica Méndez 1110 Segundo piso Tel 9933141178  y terapias Online 9931498830 



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