El misógino es un hombre encantador que genera sufrimiento

El misógino es un hombre encantador que genera sufrimiento
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Con lo que expongo a continuación, pretendo que los misóginos se identifiquen con los aquí expuestos deseando que puedan modificar sus actitudes negativas, que se vean en este espejo, que hagan conciencia y no deterioren sus matrimonios. Cuando el hombre es inteligente y deja la soberbia a un lado sí son posibles los cambios. Pretendo que los misóginos dejen de culpar a sus mujeres, que dejen de dañar a los hijos y que traten de hacer un análisis de sus conductas misóginas para que reconozcan sus errores y pongan fin a una serie de actitudes patológicas que se revierten contra él ya que no hace felices a los miembros de la familia ni vive en paz él.


El misógino pierde los estribos, humilla, vocifera, grita, critica con afán destructivo y exige a su pareja, habla mal de ella ante los amigos o familiares. Con ello, baja terriblemente la autoestima de su mujer. Suele mostrarse un tanto colérico, amenazador o fascinante con los demás y con su propia pareja.

A la mujer de un misógino le hieren los oídos la crueldad de las palabras del marido incluso tiempo después de que las pronunció. Sus palabras las siente la pareja como cañonazos directos al corazón con el fin de acabarla y hacerla polvo. La mujer no puede creer que ese hombre que a veces le demuestra amor, de pronto la quiera destruir con tal carga de odio que tan solo de recordar sus palabras, su mirada y su expresión se le eriza la piel. El misógino se niega a asumir responsabilidad alguna por el sufrimiento que sus agresiones ocasionan a su pareja. Ella empieza a perder la confianza en sí misma pues hasta cree que la que está mal es ella.

Esos hombres sustentan su fuerza en el control. Es control el que ejercen sobre su pareja, le escogen a sus amistades, les controlan sus gastos y también toman decisiones por ellas. Las ridiculizan en público si la opinión de ellas difiere de las de ellos.

El misógino es socialmente encantador (maneja poses), atractivo (su ego muy elevado) y romántico (te lee poemas y te hace versos), y hace que te enamores de él. Poco a poco, con la convivencia, vas descubriendo que alberga dentro de sí mucha cólera y que tiene el poder de hacerte sentir pequeña, fuera de lugar y trata de desequilibrarte. Él lleva el control de lo que la pareja hace, siente o cree. La mujer de un misógino suele repetirse que él es el hombre maravilloso, culto, inteligente, estudioso, trabajador, que estar con él es fascinante, pero ella siente y sabe que algo anda mal, sin embargo él la convence de que las cosas no funcionan porque la culpa es de ella.

Los misóginos cambian de actitud de un momento a otro, se van a los extremos, no son estables en su forma de ser ni en sus relaciones amorosas. Según los estudiosos del tema los hombres misóginos no sufren, las que sufren son sus parejas. Todas ellas padecen de una grave pérdida de la autoestima y muchas presentan además otros síntomas y reacciones psicosomáticas tales como úlceras, gastritis, ansiedad o sobrepeso y aspecto descuidado. Otras abusan del alcohol o de otras drogas, sufren cefaleas o trastornos del apetito y del sueño. Es frecuente que las mujeres dejen de ser eficientes en su trabajo y caigan en depresión, llanto y angustia. A veces abandonan sus carreras. Muchas que conocieron el éxito y fueron competentes antes de casarse, luego dudan luego de sus habilidades y de su capacidad de juicio.

¿CÓMO ES EL MISÓGINO?:
Tiene poca capacidad para experimentar sentimientos de culpa, remordimiento o angustia, es decir, emociones ciertamente incómodas pero necesarias, fruto de nuestras interacciones morales y éticas con el resto de la gente.

Son narcisistas, personas obsesionadas por sí mismas. Los narcisistas tienden a establecer relaciones con el fin primordial de sentir confirmada su condición de seres especiales. Es frecuente que revoloteen de una relación a otra (2 años en promedio con cada una) en busca de un amor y una admiración que ellos no dan, por eso se les considera inmaduros y que sufren del síndrome de "Peter Pan" y son coquetos como un ¨Don Juan¨.

Otros, dan la impresión de amar intensamente, y en muchos casos se mantienen fieles durante largo tiempo a su pareja. Su amor parece especialmente ardoroso e intenso. Lo trágico es que hace todo lo posible por destruir a la mujer que decía amar tanto. Estos hombres responden más por su necesidad de control que tienen sobre las mujeres, pero pueden alternar e irse al narcisismo ya que entonces impera la necesidad que tienen de ser admirados.

Muchas veces no son violentos físicamente, pero demuelen a la mujer mediante un vapuleo psicológico que es tan devastador como la violencia física. Muestran conductas sádicas. Al ser ellos sádicos no quiere decir que las mujeres que convivan con ellos sean masoquistas en el sentido de que les guste sufrir, más bien responden las mujeres a patrones ancestralmente reforzados como signo de obediencia, actos femeninos, de amor o actitud inteligente de la mujer para evitar más problemas ya que por “x” causa no puede abandonar de pronto esa relación.

Tampoco el hombre es textualmente sádico ya que no goza con el dolor de su pareja, más bien lo enfurece y lo hace sentir amenazado.

El misógino no trata a la mujer como a un ser que realmente se ama. ¿No es esa, más bien la forma en que se trata a alguien a quien se odia?

El misógino responsabiliza a la mujer de todo, desde sus problemas de trabajo hasta de que la empleada no le haya limpiado bien sus zapatos. Si la mujer trabaja el hombre no tiene consideraciones, más dramatiza los problemas, incluso se burla del trabajo que realiza la mujer o de su profesión, se burla de ella y le resalta defectos que incluso los inventa. La tacha de egoísta y desconsiderada y entonces muchas mujeres caen en la trampa y por apaciguarlo se acaban disculpando de algo que no hicieron. Él te dice que te superes y te cierra las puertas para que estudies o te pone obstáculos. Muchas mujeres en consecuencia los hostigan, otras se retraen en su cólera en un silencio hosco, en vez de afrontar los sentimientos que provoca esa relación. No lo enfrenta por temor a no alterarlo. Si a la mujer le va bien, él se encela e intensifica sus frustraciones.

El misógino casi nunca está dispuesto a analizar su comportamiento, ni la relación. No accede a ir al psicoterapeuta y argumenta que no necesita ayuda y que no hay alguien que sepa más que él. Entonces, o la mujer busca ayuda o llegará a la conclusión de que no podrá seguir manteniendo ese matrimonio sin renunciar a ella misma. Muchas mujeres renuncian a ser ellas mismas y viven en un constante y doloroso duelo.

¿CÓMO SE DA LA RELACION?
La relación entre una mujer y un misógino se da como un “flechazo” de una manera muy intensa, “amor a primera vista” como un gran impacto, con muchas emociones y expectativas. Son idilios que avanzan a una velocidad vertiginosa, con inquietud y cierta atmósfera de peligro. Es verdad que el peligro puede constituirse en un motivo adicional de emoción y ser un estímulo para la relación. Es más fascinante galopar que trotar, algo rápido y emocionante que da una sensación de peligro. Sin embargo, pese a los grandes sentimientos que caracterizan los comienzos, con los días los sentimientos que se van dando son el temor, el descontento, la tristeza, la angustia, “los nervios”, la desmoralización, las lágrimas.

Para poder ver quién es nuestro nuevo compañero, la relación tiene que avanzar con más lentitud. Para ver a las personas de una manera realista, que nos permita conocer y aceptar tanto sus virtudes como sus defectos, hace falta tiempo. Muchas veces nos concentramos exclusivamente en cómo nos hace sentir la otra persona, en vez de entender quién es en realidad. Nuestro razonamiento es: si este hombre me hace sentir estupendamente, debe ser maravilloso.

Cada uno empieza a vivir los sentimientos del otro; los cambios anímicos se vuelven contagiosos. Es frecuente que se dejen a un lado a los amigos y otras actividades. Una enorme cantidad de energía se está canalizando a amar y ser amado, a fin de obtener la aprobación del otro y procurar la recíproca fusión psicológica.

Las mujeres tenemos un espíritu de ayuda y rescate. El hombre siempre necesita ayuda de la mujer y está constantemente en dificultades. Tanto su vida personal como la profesional responden a una pauta persistente de inestabilidad. Además él siempre está culpando a los demás de sus fracasos. Muchas mujeres, especialmente las que tienen una carrera independiente, se apresuran demasiado a correr hacia él armadas de un salvavidas, sólo para encontrarse con que también a ellas se las traga la resaca.

Es importante conocer bien a la pareja, observar sus reacciones, abrir los ojos y no fabricar cualidades que él no muestre sólo por la necesidad de las mujeres de amar. Te puedes encontrar con un maltratador.

Si te identificas con las características de un misógino o con la mujer que cohabita con uno, debes buscar ayuda psicológica.

PSIC. SARA L. CAMPOS CHAVOILLA
AV. GREGORIO MENDEZ # 1110 TORRE MEDICA SEGUNDO PISO SALA A
TEL: 3-14-11-78 CEL: 9931920934 


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