La cocaína es una droga muy potente para el cerebro y el consumo va aumentando ¡cuidado!

Una porción variable de las personas que la consumen desarrollan adicción. Se vende en forma de polvo blanco y fino. Existen dos formas de cocaína: sal de hidroclorato y cristales de cocaína. La sal se disuelve en agua. Las personas pueden inyectársela en una vena o inhalarla por la nariz. Los cristales pueden fumarse. La forma de la cocaína que se fuma se conoce como crack. El crack o mejor conocido como “piedra”, es la forma más potente en que se presenta la cocaína, otras formas en las que puedes oír al referirse a esta droga son “bote, botear, lata, piedra, pop, roca”, por nombrar los más conocidos. Esta droga, está catalogada como la cuarta droga más peligrosa del mundo.
1 de cada 5 personas que consumen cocaína, la consume en forma de piedra o crack; esta droga es instantáneamente adictiva, lo que hace imposible su consumo ocasional, orillando a muchos consumidores a volverse adictos desde una sola fumada.
Las primeras dosis en la mayoría de las veces las proporciona el amigo, el primo o incluso el hermano, por lo que las primeras veces podrían no tener costo. Lamentablemente una vez enganchado, su costo son años de adicción que puede llevar a los adictos a la piedra a perderlo todo, desde la salud, el dinero, la familia, el empleo y hasta la vida misma.
La piedra es una droga “barata”, sencilla de producir y al ser adulterada presenta efectos más fuertes que la cocaína, que desaparecen en menor tiempo, por lo que el abuso en su consumo es inevitable. En la calle puedes encontrar una “micha o grapa”, entre los 50 y 100 pesos.
Los efectos son inmediatos y consisten en una elevación de la autoestima y la confianza en uno mismo, acompañado de una gran locuacidad, excitación (pudiendo llegarse a una irritabilidad extrema). El efecto dura relativamente poco tiempo (unos 30-60 min) y, en cuanto empieza a declinar, el sujeto experimenta ansiedad por recibir otra dosis.
ALGUNOS DE LOS PROBLEMAS COMUNES MÁS GRAVES PROVOCADOS POR GRANDES DOSIS Y/O CONSUMO CONSTANTE SON:
-Problemas cardíacos, incluyendo infartos.
-Efectos respiratorios, incluyendo insuficiencia respiratoria.
-Problemas en el sistema nervioso, incluyendo derrame cerebral.
-Problemas digestivos, incluyendo estreñimiento.
La cocaína puede producir estragos en todo el cuerpo, no solo en el corazón y en el cerebro, que quizás representan los peligros más conocidos. La gente conoce los efectos más frecuentes y muchas veces ignoran los diversos daños que puede sufrir el cuerpo con el consumo de esta droga. En los riñones, la cocaína empieza a destruir las células musculares (rabdomiólisis), y eso produce que los restos se acumulen y se corra un riesgo serio de que esos órganos se terminasen tapando. El hígado también puede sufrir un cuadro de la ruptura de células musculares y, al tratarse del único metabolizador que tiene el cuerpo humano, su mal funcionamiento puede desencadenar en insuficiencias de todo tipo en cualquier parte u órgano del cuerpo. El consumo simultáneo de cocaína y alcohol genera un metabolito denominado cocaetileno, que tiene efecto tóxico sobre el corazón, y aumenta considerablemente el riesgo de muerte súbita.
La perforación del tabique nasal, es una de las consecuencias más frecuentes del consumo de cocaína (presente en el 5% de los cocainómanos). En casos más extraordinarios, este deterioro de tejidos se extiende al ala de la nariz o, al paladar. La cocaína es un potente vasoconstrictor. Disminuye el flujo sanguíneo y puede producir necrosis [muerte de tejido] por falta de riego.
Después de la embriaguez con cocaína, se presenta en algunos consumidores una fuerte depresión. Este estado induce al cocainómano a tomar rápido de nuevo la droga sin importarle las normas de uso, para así evitar la «depresión por cocaína». Este mecanismo es peligroso, ya que puede conducir a una dependencia de la droga. A largo plazo, su uso descontrolado produce adicción, ataques de pánico, trastornos mentales e incluso, la muerte, bien sea por efectos fisiológicos directos (sobredosis), o bien por inducción al suicidio. La cocaína puede producir psicosis cocaínica, síndrome de conducta que guarda gran parecido con la esquizofrenia paranoide, con la que a veces se ha confundido.
El consumo regular de cocaína puede conducir a una rápida dependencia psicológica (adicción), pero no a una dependencia física, entendiéndose como una necesidad emocional intensa por el uso repetitivo de la droga.
Después de la marihuana, la cocaína es la droga ilegal más consumida a nivel mundial, ya que se calcula, que entre 18 y 22 millones de personas, utilizaron la sustancia según estadísticas de 2014. América del Norte es su principal consumidor, seguido de Europa y América del Sur. México es el mayor comercializador. Se estima que entre el 1 y el 3% de los habitantes del mundo desarrollado, han probado la cocaína en algún momento de su vida, y cada año, es la responsable directa de miles de muertes. Las hojas de la planta de la coca llevan siendo utilizadas por los habitantes del actual Perú desde la antigüedad, aunque para aislar la cocaína de la hoja, habría que esperar hasta 1860. Desde 1961, está incluida en la Convención Única sobre Estupefacientes, con el fin de combatir su tráfico y consumo. Ha sido llamada la droga de los años setenta, ochenta y noventa por su gran popularidad y uso durante esas décadas. Sin embargo, la cocaína no es una droga nueva. En realidad, existe desde hace más de 100 años, mientras que las hojas de la coca se han usado durante miles de años y no como estimulante recreativo, sino como hierba medicinal y para la elaboración de infusiones. A mediados del siglo XIX, se extrajo por primera vez la cocaína pura de la hoja de la planta Erythroxylon, que crece principalmente en Bolivia, Colombia y Perú.
BÁSICAMENTE HAY DOS FORMAS QUÍMICAS DE LA COCAÍNA:
Las sales y los cristales de cocaína (como base libre). El clorhidrato, la forma más común del polvo de cocaína, se disuelve en agua, y cuando se abusa, puede ser usada en forma intravenosa (por venas) o intranasal (por las fosas nasales). Esta forma de la cocaína se puede fumar, ya que no se descompone como sí lo hace el clorhidrato. La cocaína usualmente se vende en la calle ilegalmente en forma de un polvo blanco, fino y cristalino. Los traficantes generalmente la mezclan con otras sustancias, tales como maicena, talco o azúcar; o con ciertas drogas como la procaína (un anestésico local de estructura química parecida), o con otros estimulantes, como las anfetaminas (por ejemplo, metanfetamina). También se vende en una forma llamada «crack», roca, y bazuco (en Colombia y el Caribe), pasta base en Argentina, Uruguay y Chile, en forma de piedrecitas blancas o amarillas procesada con amoníaco o bicarbonato de sodio, que generalmente se fuma en pipa de vidrio, en papel de aluminio o en pipas artesanales.
La cocaína es un estimulante que funciona mediante la modulación de la dopamina, un neurotransmisor que se encuentra en ciertas zonas y neuronas del cerebro. Actúa en el cerebro modificando los circuitos responsables de la gratificación y del placer. Su consumo continuo reduce la capacidad de los consumidores de experimentar placer de forma natural (a través del sexo, la comida...) y les hace menos sensibles a las gratificaciones y emociones. Esa es la razón por la que la cocaína resulta tan adictiva.
En las dos últimas décadas se ha ampliado extraordinariamente el conocimiento de las bases neurobiológicas de la cocainomanía. Desde el punto de vista neuroquímico, la acción más importante de la cocaína es el bloqueo del transportador de dopamina. El bloqueo de este trasportador produce un aumento de la concentración sináptica de dopamina y de la transmisión dopaminérgica, directamente asociado a la experiencia de la euforia cocaínica.
Es así que al tener cambios en la estructura de las células cerebrales, también se pueden tener alteraciones en las funciones propias del lenguaje o la lógica y abstracción. Si bien, estos aún son supuestos pues es necesario realizar más estudios para sustentar dicha información, no debemos dejar de lado el que esta es una de las drogas más adictivas, por lo cual la continua exposición a las sustancias nocivas de ésta pueden ocasionar graves daños en el sistema nervioso.
SÍNDROME DE ABSTINENCIA
Cuando el consumo se instaura de manera regular, la droga produce neuroadaptaciones que parecen mantener el consumo y contribuir, junto con diversos factores psicosociales, a las recaídas en algunos individuos, aun después de prolongados períodos de abstinencia.
El síndrome se produce por el cese del consumo de la droga y tiene tres fases:
«Crash»: intensa depresión, agitación, ansiedad, sueño, hiperfagia y el sueño agitado durante tres o cuatro noches.
Abstinencia: anergía, anhedonia, intensa necesidad de tomar droga, mejora entre las 16 y las 18 semanas.
Extinción: en su forma aguda (de repente, por dejar la droga de forma brusca) se presentan convulsiones, arritmia cardíaca, temblores, irritabilidad, alucinaciones, palpitaciones, hipertensión, sudoración e hiperreflexia.
TRATAMIENTO
Como cualquier tratamiento de desintoxicación de drogas, la adicción a la cocaína debe ser manejada por un especialista que supervise el proceso y, sobre todo, ayude a prevenir una posible recaída, algo muy frecuente en el caso de esta sustancia, que aporta dopamina al cerebro.
El tratamiento se debe de realizar en centros especializados y, en ocasiones, requiere del internamiento del paciente con el objetivo de cambiar su ambiente, reeducar sus hábitos de vida, y ayudarle a que recupere la escala de valores que ha ido perdiendo con la dependencia.
Los efectos de la abstinencia física son pasajeros, pero no así la abstinencia psicológica, responsable del gran índice de recaídas, debido a la cantidad de creencias falsas y auto-mentiras que se ha ido contando y creyendo la persona durante todo el proceso de la adicción: 'no me imagino una noche de juerga sin cocaína', 'la necesito para estar al mil por mil', 'esto lo puedo dejar cuando quiera'.
La terapia psicológica va a estar orientada en primer lugar a que la persona consiga dejar la adicción, y para ello se emplean técnicas como:
- Técnicas conductuales dirigidas a la deshabituación y a romper los lazos con los lugares y personas que le han suscitado y acompañado en el consumo de la cocaína, con el fin de prevenir futuras recaídas.
- Técnicas de reestructuración cognitiva, a través de las cuales se enseña a la persona a darse cuenta de los pensamientos e ideas incorrectas del tipo 'necesito la droga para sentirme bien’.
- Técnicas de control de la frustración, ya que es precisamente la inmediatez del falso placer de la cocaína lo que la ha convertido en tan adictiva.
- Técnicas de relajación, debido a los altos niveles de ansiedad que experimentan estas personas.
- Técnicas de Inteligencia Emocional, porque la persona ha experimentado muchos cambios emocionales asociados al consumo de cocaína.
Estas terapias van a conllevar, tanto sesiones de entrenamiento individual, como terapia de grupo y, cuando así lo considere el psicólogo, incluso terapia familiar, todo ello con el objetivo de que la persona comprenda y aprenda a vivir sin las drogas.
PSIC. SARA L. CAMPOS CHAVOLLA
AV. GREGORIO MENDEZ TORRE MEDICA 2DO PISO SALA A
TEL:3-14-11-78 CEL: 9931920934
Short Link: http://bit.ly/32ZR1Vo

Comentarios