'La luz al final del túnel' El poder ¿Para qué?

La luz al final del túnel El poder ¿Para qué?
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Dice Ricardo Bulmez que gobernar es el oficio más fácil del mundo, o debería serlo. Tienes todo el poder: el presupuesto de todo el Estado, los policías bajo tu mando, el Ejército, la Marina, las escuelas, los hospitales, las cámaras empresariales, los maestros, los médicos, las iglesias, las cárceles. Con tanto poder, no debería ser difícil gobernar. Claro, si no te los echas a todos encima y si no buscas gobernar para los compadres, esposa, sobrinos, porque así no hay poder que aguante. La insaciable codicia de las familias gobernantes de México es ya un estandarte mundial. Residencias en EEUU, Europa, el Caribe. En cualquier parte del mundo te encuentras políticos mexicanos, con viajes frecuentes a cargo del erario. Sucede que si piensas que gobernar es hacerla de administrador de un presupuesto y gastarlo discrecionalmente, te llevas la sorpresa de tu vida.

Fox alcanzó el poder con la promesa de acabar la corrupción en la anhelada alternancia. Tuvo un enorme poder, para un gobierno conservador, lo mismo que Calderón. Privilegiaron a sus amistades y a un selecto grupo de empresarios sin contar el baño de sangre de la guerra contra el narco. Salinas es el emblema del poder oscuro, maquiavélico, agudo. No hablemos del actual cuyo poder fue un no poder. Enterró 70 años de ideología de progreso de su partido, el otrora más poderoso de México, la “dictadura perfecta”. Párrafo aparte merecen sus esposas, las primeras damas, Martita, Margarita y Angélica. Tuvieron un poder enorme, una para enriquecer a los suyos, la otra para construirse una candidatura presidencial y la tercera; bueno… para explicitar el síndrome de la clase media, aquella que “nunca ha tenido y llega a tener y loca se quiere volver”. Sació sus necesidades emocionales con viajes, propiedades suntuosas y apariencia de honor y prestigio.


En Tabasco no tuvimos mejor suerte. El gobierno se desfondó. Perdió la calidad moral. Nadie creyó en la veracidad del cambio verdadero. Escándalos de corrupción, iban y venían en los noticieros locales, y escalaron a las notas nacionales. Perdió el liderazgo. Lo cedió a quienes pensó le serían fieles o al menos le cubrirían las espaldas. No fue así. Inició el desfile de burócratas de un lado a otro que se iban dejando portazos de secretaría en secretaría con mensajes entre sus cercanos, de malos tratos, imposiciones, despidos, caprichos. Todo el territorio fue campo libre para la violencia. Entre compras de helicópteros inexistentes, desaparición de 88 millones en cash de “Lomitas”, drones invisibles, asesinatos de periodistas, empresarios, ciudadanos comunes, enfermos de cáncer, ¡los niños! sin atención médica. Ni hablar del papel de la “gobernadora”, muy desafortunada.

De verdad que es terrorífico querido lector, recordarlo y triste de escribirlo. Como tabasqueño no hubiese deseado nunca este final de zaga de Freddy Krueger. Para finalizar, la cereza de todo pastel podrido: la impunidad.

En el último informe, escuchamos una frase patética por quien la pronuncia, AMLO “es la luz al final del túnel”. ¿Se refiere al famoso mito de la caverna de Platón? Es decir, lo que vemos desde el fondo del túnel, no es la luz verdadera, sino las umbras y penumbras que de ella emanan; pura ficción. ¿Eso quiso decirnos?

AMLO contendió en tres ocasiones para el máximo poder en México. Al menos una fue señaladamente fraudulenta. Ahora tenemos al hombre con más poder en la historia moderna del país, que llegó con más de 30 millones de votos. Es un dato duro que a muchos asusta reviviendo miedos de dictaduras, los mismos que adoraban el progreso de Porfirio Díaz; o de quiebra del país, como si no hubiesen bastado los últimos tres sexenios de empobrecimiento de la población. Veremos si de verdad será como un Benito Juárez, Lázaro Cárdenas o Francisco I Madero. Si no acaba de Maximiliano, Porfirio Díaz, Echeverría, López Portillo, o el pendejismo de Peña. Veremos si su esposa, doña Beatriz, se mantiene en su papel de compañera de poder y no de protagonista. Veremos qué uso darán al enorme poder que se les ha confiado. Por lo pronto, el poder que ha cedido al Ejército en su plan nacional de seguridad puede ser leído como un frente sólido y orgánico contra la delincuencia, sin olvidar que el presidente es el líder máximo de las fuerzas armadas. Por ello, salió al paso a declarar en ese mismo acto que el jefe del ejecutivo federal nunca usará las fuerzas armadas, para “reprimir” al pueblo. No queda más que creerle.

¿El poder? Quebradero de cabeza en la filosofía, fue la pregunta de origen de la República de Platón, la causa de la muerte de Sócrates, los discursos virtuosos de Aristóteles, la alegoría de Agustín de Hipona en la ciudad de Dios, el Leviatán de Hobbes, el príncipe de Maquiavelo y el contrato social de Rousseau, sin olvidarnos de la teoría marxista de la lucha de clases.

¿Quién debe gobernar y para qué? No son los sofistas con sus encumbrados discursos, sino los virtuosos, los amantes de la sabiduría que saben de moderación y discernimiento. Eso al menos, en la teoría. En la práctica, hombres y mujeres dedican toda su vida a una causa política para alcanzar el poder y cuando lo tienen, no saben qué hacer, cómo gobernar, liderar, ejercer la autoridad.

Los jesuitas le han llamado el “ars gobernandi” (arte de gobernar). ¡Oh si! Gobernar es un arte.

En el cristianismo la concepción de poder da un giro. Ousía y Exousía son las palabras que definen el poder, que equivale a “autoridad”. Así los escribas y fariseos se enfrentan a Jesús para inquirirlo “¿Con qué poder=autoridad haces esto?” (Mc11,28). Jesús rompe con el paradigma de poder Romano-Judío, cuando se entera de la muerte que le cimbra los tuétanos, su primo Juan, llamado el Bautista, fue decapitado. En plena borrachera Herodes, le ofrece en su embriaguez a Salomé, ¡pídeme lo que quieras y te lo concederé!. No tan astuta como su madre, Salomé va con Herodías y aquella da la sentencia: PIDE LA CABEZA DE JUAN. La serpiente quiere quitar los estorbos, para hacerse de TODO EL PODER.

Por ello la reprimenda de Jesús es tajante cuando los discípulos se sienten tentados a pedir la secretaría de gobierno, la de finanzas y la de seguridad pública, para sí… “queremos que nos concedas estar sentados uno a tu derecha y otro a la izquierda”. Jesús les revira: Los jefes de las naciones les OPRIMEN con su poder (Mc10,42; Mt20,25). “No sea así entre ustedes!”. ¡No repitan el mismo festín de poder que los ha mantenido de rodillas por centurias, hagan algo diferente, algo CRISTIANO! Si alguno quiere ser el primero, que sirva a todos y se haga el último, el servidor de la comunidad. Desde entonces el paradigma de AUTORIDAD y PODER, al menos el que deseaba Jesús es el servicio, austero, desinteresado, sin ambición, honesto, sincero, eficaz, transparente, a la comunidad de hermanos.

El ¿poder? ¿Para qué? Dígalo usted querido lector, después de haber vivido semejante experiencia en Tabasco.



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