Les doy un mandamiento nuevo: 'amarás a los animales como a ti mismo'

Entró en vigor la ley contra el maltrato animal. El Diario Oficial publicó el 19 de mayo la normatividad aplicable al MALTRATO O CRUELDAD EN CONTRA DE ANIMALES, en Tabasco.

Así el animal es un “ser orgánico, no humano, vivo, sensible, que posee movilidad propia y capacidad de respuesta a los estímulos del medio ambiente perteneciente a una especie doméstica o silvestre…”

Las asociaciones protectoras de los animales recibieron congratuladas la noticia. Jurídicamente la ley es perfectible: Aunque contempla pena corporal de prisión, los conocedores del derecho, saben que no tiene efecto alguno. No especifica el dolo y la omisión, no castiga a los servidores públicos que incumplan o hagan caso omiso, ni contempla la reeducación obligatoria del maltratador y tratamiento psicológico para evitar la reincidencia. ¿Qué con la zoofilia? La ley ya está en vigor, pero ojo: los ciudadanos DEBEN denunciar, ya que no es delito oficioso, sino de QUERELLA. La nueva ley establece penas de seis meses a dos años de prisión y de cincuenta a cien días de multa al que “ilícitamente” infrinja sufrimientos o lesiones a los animales. Llaman la atención los agravantes: grabar los hechos para hacerlos públicos y si el ilícito se cometió frente a un menor de edad.

La cultura precolombina tenía en alta estima a los animales. Así abundan en sus monumentos el jaguar, los monos, murciélagos, ni que decir de las serpientes, aves como el quetzal, que representaban al kukulkán o Quetzalcóatl. Con la conquista, los españoles trajeron consigo el relato creacional del judeocristianismo. DIOS puso un edén y al hombre por encima de todas las especies de animales. Tristemente hemos interpretado muy mal eso de sojuzgar, o dominar a la naturaleza. Acabamos con plantas, ovejas, peces, aves… todo.


Hemos llevado al fracaso la metafísica cristiana.

Si bien la Biblia está repleta de animales (la mítica arca de Noé los contuvo a todos): La paloma desciende sobre Jesús, la serpiente del paraíso, el ternero del sacrificio de Abraham, los peces milagrosos, el León de Daniel, los evangelistas están representados en animales, Jesús en el apocalipsis es un CORDERO DEGOLLADO, las primeras comunidades cristianas se identificaban con un PEZ (gr. Ichtus). Entonces ¿Porqué los cristianos somos indiferentes o maltratamos a los animales con una crueldad impresionante? Jesús ciertamente da un giro como líder cargando la oveja perdida, haciendo de la animalidad una variación sobre el tema de lo vivo. El carga con todos. Valdría la pena un 11º. Mandamiento “no maltratarás animal alguno” o “amarás a los animales como a ti mismo”.

El Cristianismo oficial, salvo algunos santos como San Isidro, San Francisco de Asis o San Martín de Porres, no se ha opuesto a la crueldad con los animales como un distintivo de su identidad o su teología. En muchas iglesias no se permiten las mascotas, mientras que se organizan corridas de toros, competencia de cochinos, peleas de gallos, cabalgatas donde a fuerza de alcohol y cohetes, se abusa y maltrata a los animales.

Fijamos nuestra atención en Descartes, quien pregonó el “pienso luego existo”. Fue un gigante de la filosofía, colocando el pensamiento humano a alturas insospechadas, pero condenando a la nada a las bestias sin inteligencia y sin alma. Es la edad moderna para el hombre, pero no para los animales. Descartes sostiene que el alma humana es inmortal, luego entonces la de los animales es mortal. Finita. Son seres intrascendentes ¿lo son?

La ciencia ha dado cuenta de esta equivocación. Los animales construyen ciudades, sienten compasión, son previsores, se pueden proyectar a futuro, entierran a sus muertos, se comunican entre sí, comparten información entre su especie con un lenguaje propio, disponen de información medicinal en sus heridas, ríen, lloran, hacen la guerra, ¿aman? Xavier Zubiri la define como “inteligencia sentiente”, no concipiente. Es decir, son capaces de la “aprehensión primordial de la realidad”, pero no llegan a conceptualizar, ni mucho menos a razonar.

Juan Pablo II aseguró que eran creaturas que tienen el mismo “soplo divino” de Dios. Es decir, tienen espíritu. Francisco dijo que “el paraíso esta abierto a todas las creaturas”. Sugirió que van al “paraíso”. Inmediatamente los teólogos acotaron ambas expresiones: los animales no pueden ir al cielo, sencillamente, porque no tienen la capacidad de PECAR. Las golondrinas, las gallinas, los caballos, los manatíes, las moscas o los monos, no poseen alma. Mejor para ellas, que no se enfrentarán al purgatorio o al infierno. ¿Entonces cuál es su lugar? El cristianismo se distancia del hinduismo y las religiones de la reencarnación gradual en diversos animales, según nuestro comportamiento en esta vida ¿Qué podríamos aprender de éstas?

Los maltratos a los animales pueden continuar mientras existan filósofos que les nieguen el derecho de ser seres vivos sensibles y sufrientes. Negar la salvación de su especie, es el exterminio. Dios, al hacer la creación quiso que todos los seres vivos, minerales, plantas incluidos, tuvieran vida, y vida en abundancia.

Un aspecto a considerar es la alimentación. Sin soberanía alimentaria, no hay humanidad. Los animales están en esa cadena. Los humanos tendremos futuro precisamente en alimentarnos con la menor cantidad de animales. El ayuno anual de las religiones, incluida el catolicismo, lleva implícita una pedagogía de la renuncia a carnes de animales. ¿Ese es el mensaje del maná en desierto?

La parroquia universitaria San Marcos, se identifica como “pet friendly”. Dentro de su código de conducta está la prohibición de usar pirotecnia en las fiestas religiosas, cohetes, o actividades como peleas de animales donde se infrinjan maltratos. El filósofo francés Michel Onfray sostiene que el animal, es “un alter ego, desemejante”. Quizá son más semejantes de lo que creemos.