Es la desigualdad, es el problema, los ricos lo saben, pero los pobres la sufren

No es nuevo, la desigualdad ha hecho estragos en la conformación de las sociedades históricamente. Este fenómeno, inherente a diferenciación de capacidades físicas, ideológicas, morales, técnicas, políticas y sociales de las comunidades, simplemente “es”. Sin embargo, la existencia de un fenómeno como este, de ninguna manera explica la ausencia de acciones de política pública y de política económica para atenuarlo, y minimizar el impacto negativo, que tiene en el crecimiento y desarrollo de los países.

Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía 2001), lo expresó con contundencia en “Del 1 por ciento, por el 1 por cierto, para el 1 por ciento”:

“El 1 por ciento más rico de los estadounidenses se queda casi con la cuarta parte de los ingresos de su país cada año”. Cabe hacer notar, que hablaba de la economía más grande y próspera del planeta, es decir, Stiglitz hacía sus reflexiones en una economía sólida. ¿Qué habría concluido, si hace su análisis en América Latina o algún otra economía emergente?

En tiempos más recientes, otro connotado economista contemporáneo, el francés Thomas Piketty, en su obra publicada en 2014, “El capital en el siglo XXI”, dedica buena parte de su texto a hablar de la desigualdad de los ingresos, la desigualdad laboral, entre otros indicadores en series de tiempo, tanto para los Estados Unidos, como para países de Europa. Hoy que desde hace varios años, la economía se niega a crecer “suficiencia”, incluso en países desarrollados, conceptos como desigualdad, distribución del ingreso y la repartición y disponibilidad de recursos en general, toman relevancia.

Las clases sociales en los países económica y socialmente menos favorecidos, siempre ha sido “un tema”, en el mundo moderno 3 países con población y recursos abundantes como Brasil, la India y México, han sido íconos de la desigualdad y la inequitativa distribución de la riqueza. En economías más pequeñas, en realidad sucede prácticamente lo mismo, pero por obvias razones en menor magnitud. Hablando de las economías desarrolladas, la existencia de la desigualdad, es un tanto matizada, por un piso social más alto, que el de las economías pobres; es decir, con acceso a la educación, un sistema de salud, más o menos sostenible y el acceso a un empleo, la movilidad social al menos tenía herramientas para suceder.

¿Qué ha pasado en los últimos años respecto de la desigualdad? Ahora los ricos, los que reconocen, comentan al respecto y en algunas casos hasta “proponen” quitarse recursos para atenuarla. Ya existen antecedentes respecto de impuestos nuevos a los más ricos, durante los meses siguientes a la crisis mundial de 2008, el tema se tocó en Estados Unidos y Europa, donde hubo algunas acciones de política fiscal al respecto.

Hoy un grupo de multimillonarios en los Estados Unidos, vuelve a tocar el tema. El inversionista George Soros, Abigail Disney (heredera del imperio Disney), Chris Hughes (cofundador de Facebook) y los Pritzker, emitieron una carta abierta recién, donde proponen que se cobren impuestos adicionales a los millonarios; ahí explican que el objetivo es que los nuevos ingresos tributarios que requieren las arcas estadounidenses, no sean extraídos de la clase media o de los ciudadanos con rentas más bajas.

La propuesta, hace consonancia con el argumento de Stiglitz y el grupo de 19 multimillonarios ofrece crear un impuesto federal del 1% para el 1% más rico de los Estados Unidos. Cabe destacar que esta “carta abierta” se emite justo en el arranque de las campañas con miras a definir quien será el mandamás que despache en Washington en 2020. No hay duda, que la revisión del funcionamiento de las economías nacionales y su interacción global, están ganando más relevancia en el debate mundial, no solo en términos académicos, sino políticos.
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